Cuatro hermanos, hijos de una galga abandonada y de padre desconocido. Nacidos y criados en el campo por su madre, y alimentados por cebollas y restos de verduras que cogían de las sobras de los agricultores.
Los cuatro pequeños estaban totalmente asilvestrados, con menos de un año ya no permitían al ser humano un mínimo acercamiento, desconfiaban por completo.
Parece ser que cuando nacieron y empezaron a dar sus primeros pasos, los dueños de los campos en los que los perretes habían tomado como su propio territorio, decidieron que ya no les darían más problemas.
Cogieron a toda la familia, la montaron en el coche y los alejaron a varios kilómetros de allí dejándolos en otro campo.
Pero al poco tiempo volvieron a aparecer por allí juntos, al sitio que conocían, donde habían nacido.
Pasaba el tiempo y allí permanecían, y ya los problemas eran mayores, ya habían crecido, corrían a sus anchas por los sembrados y esto no les hacía nada de gracia a los agricultores. Esto, unido a que en cualquier momento podían empezar a criar las hembras, nos tuvimos que poner a preparar el rescate con urgencia.
Sabíamos que no iba a ser nada fácil rescatar a los cuatro juntos, ya que a veces aparecían los cuatro, otras veces tres, en otras ocasiones iban y venían, pero algo desperdigados, siempre en la misma zona pero no siempre juntos.
La mami la pudieron rescatar a mano dos semanas antes de que fuéramos nosotros, así que teníamos que poner todo nuestro esfuerzo en los pequeños.
A nuestra llegada dos de ellos estaban durmiendo al lado del camino y empezamos a montar la jaula. Otro de los hermanos, el más desconfiado salió de entre las hierbas ladrándonos, advirtiendo al resto de nuestra presencia y se marcharon al trote los tres juntos.
Una hora después aparecía uno de ellos, el más tranquilo, no se lo pensó demasiado y entró sin problemas a la jaula.
Casi ya anocheciendo logramos rescatar con otro trampa al más desconfiado, al que protegía a sus hermanos, al que ladraba en cuanto notaba algún tipo de peligro. Este rescate fue más difícil y duro, ya que se resistía a que lo atrapásemos.
Teníamos a dos de los asilvestrados y ya sin tiempo para nada más tuvimos que recoger todo y marcharnos. Todavía quedan los otros dos pequeños que tendrán que esperar unos días para poder ser rescatados y para poder volver a reunirse junto a su madre y sus hermanos, pero ya en lugar seguro.