Este el el resumen de dos días duros e intensos de rescates. El lunes programábamos la semana con estos tres perretes abandonados, cada uno con una historia diferente, pero todos con el mismo miedo al ser humano.
MARVEL
La semana pasada ya intentamos rescatar a Marvel, pero no tuvimos suerte, estuvimos cerca de conseguirlo, pero cada vez que estaba a un paso de volver a nacer, los disparos de caza que se oían en aquellos campos en los que estaba abandonado, hacían que el pobre Marvel retrocediera, se escondiera y tuviera más miedo.
Esta semana decidimos cambiar el método de rescate. En cuanto aparecimos con la comida y las trampas ya nos estaba esperando, todo este tiempo se había alimentado de higos y almendras secas que caían de los árboles, así que esperaba con ansiedad el manjar que le teníamos preparado. En cuanto tuvimos todo montado nos retiramos y en menos de un minuto ya había caído en la trampa. ERA NUESTRO!!!
YOGUI
Yogui, este precioso Osote, se buscaba la vida cruzando carreteras, buscaba la tranquilidad por la noche en una gran rotonda oculto por los árboles que habían dentro, y cuando amanecía salía de allí y tomaba dirección a un parque donde podía estar sin que nadie le molestase.
Gracias a la gente que le ponía agua y comida ha podido sobrevivir todo este tiempo. El día del rescate decidimos que la mejor opción sería esperar a que se levantase de dormir, seguirlo a distancia y ver cuáles eran sus pasos. Al ver su trayecto y su paso lento nos adelantamos a él para montar con rapidez la jaula y que pudiese toparse con ella en su camino. Todo salió según lo esperado, Yogui no se lo creía, levantó la cabeza y un pollo asado calentito en salsa le esperaba dentro de la jaulatrampa, un minuto más y al ver que no había peligro… ENTRÓ!!!! YOGUI ya ERA NUESTRO!!!
PERRIARDILLA
El tercero y último de los rescates programados. No teníamos nada que perder, el rescate de Yogui había salido a la perfección, así que por la tarde decidimos probar suerte con esta perrita, abandonada en una zona donde no había nada, entre monte bajo, prácticamente sin agua, por la sequedad del terreno y con muchísimo miedo.
Al llegar, nos cruzamos con un hombre que le ponía de comer de vez en cuando, dos días llevaba sin verla y nos quedamos en blanco. Sin perder la esperanza continuamos esperando, pero cuál fue nuestra sorpresa que al marcharse este señor con su moto, escuchamos de entre la maleza ladrar, ¡¡¡ERA ELLA!!! Nos escondimos y al poco salió a cotillear. Tenía hambre y entró rápido a la jaula.
Así terminaban dos días intensos de rescates satisfactorios.