Dos años en la calle, miedo, mucho miedo.
Esperanza, parecía la galga invisible. Cumplía todos los días su protocolo de rutina a la perfección. Hasta que decidíamos programar el rescate.
Esa era el día en el que desaparecía. Llegamos a intentarlo en cuatro ocasiones, sólo en una de ellas la vimos, pasó por delante de la jaula, sin mirarle ni prestar la más mínima atención y desapareció.
Hacía muy poco que nos enteramos de que estaba preñada, así que ya íbamos con el tiempo justo, teníamos que sacar horas de donde no las había, sin desatender el resto de casos pendientes y urgentes.
Teníamos que volver a insistir, este sería el quinto y último intento. Nos adelantamos casi dos horas de lo que Esperanza acostumbraba a aparecer.
Ya terminando de montar la trampa, en el último ajuste de tuerca aparecía ella, directa desde el campo hacia el punto donde tenía la comida.
En la primera ocasión que tuvimos la pudimos poner a salvo. Ya no volvería a desaparecer. El rescate de Esperanza, ha sido uno de esos rescates de los que te dejaban marcado psicológicamente, por su dureza, por ser un rescate atípico y sin margen de error.
Saber que la vida de esta galguita está en nuestras manos, que sí o sí no podemos fallar… va pasando factura poco a poco todo este estrés psicológico que se genera.
Una vez que pudimos rescatar a Esperanza la montamos rápidamente en el coche y nos fuimos a urgencias ya que tenía una hemorragia y no dejaba de sangrar.
Le hicieron varias pruebas y ecografías y una vez controlada y estable ya podíamos respirar tranquilos.
ESPERANZA descansa en estos momentos en una de las casas del EQUIPO DE SOS RESCUE, en esta ocasión hemos decidido acogerla nosotros mismos para tenerla más controlada hasta que pueda iniciar una nueva vida con la Asociación Baasgalgo.
Una vez más desde SOS RESCUE damos las gracias a Baas por brindarle una oportunidad a ESPERANZA.